Eczema y dieta: relación entre el intestino y la piel para lograr resultados más saludables

El eczema, una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, es una enfermedad muy extendida en todo el mundo que afecta a millones de personas. Su prevalencia varía según los grupos de edad, con una incidencia notable en bebés y niños pequeños, donde suele manifestarse como dermatitis atópica. Los estudios indican que aproximadamente el 20 % de los niños y el 10 % de los adultos a nivel mundial padecen ezcema. La prevalencia de esta enfermedad ha ido en aumento en las últimas décadas, y los factores ambientales y las predisposiciones genéticas contribuyen a su desarrollo.

Más allá de los enfoques tradicionales, la comprensión emergente de la conexión entre el intestino y la piel ha añadido una nueva dimensión al tratamiento del ezcema. El reconocimiento de la interacción entre la salud intestinal y las enfermedades de la piel ha llevado a una mayor exploración de intervenciones dietéticas, ofreciendo a las personas con ezcema estrategias adicionales para mejorar su bienestar general y su calidad de vida.

El eczema, también conocido como dermatitis atópica (DA), es una afección cutánea inflamatoria crónica que se caracteriza por erupciones rojas que pican. Los síntomas de la DA pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo e incluyen:

  • Piel seca y agrietada
  • Comezón que puede provocar que la piel se vuelva sensible y en carne viva al rascarse
  • Erupción en la piel hinchada que varía de color (según el color de la piel)
  • Protuberancias pequeñas y elevadas
  • Supuración y formación de costras
  • Piel engrosada
  • Oscurecimiento de la piel alrededor de los ojos

El eczema suele presentarse en niños antes de los cinco años y puede continuar hasta la adolescencia y la adultez. La DA suele presentarse junto con la rinitis alérgica (fiebre del heno) y el asma, lo que se denomina colectivamente tríada alérgica. En un estudio transversal que incluyó a 2270 niños con DA, casi tres cuartas partes (71,3 %) de los participantes informaron al menos una forma adicional de enfermedad alérgica (es decir, rinitis alérgica o asma) además del eczema. Más de un tercio de los participantes (38%) informaron síntomas de las tres afecciones de la tríada alérgica.

La DA es el subtipo más frecuente de los siete subtipos de eczema, que también incluyen dermatitis de contacto, eczema dishidrótico, eczema de manos, neurodermatitis, eczema numular y dermatitis por estasis. Cada tipo de eczema tiene una presentación única, pero es posible tener varios tipos simultáneamente.

Los enfoques de tratamiento tradicionales para el eczema implican principalmente el manejo de los síntomas y la prevención de los brotes. Los humectantes ayudan a mantener la hidratación de la piel, mientras que los corticosteroides tópicos se recetan comúnmente para reducir la inflamación. Además, los antihistamínicos pueden aliviar la comezón. Identificar y evitar los desencadenantes, como ciertos alérgenos o irritantes, desempeña un papel crucial en el manejo del eczema. Si bien estos enfoques alivian los síntomas de muchas personas, la investigación en curso explora nuevas opciones terapéuticas, incluidos los inmunomoduladores y los agentes biológicos específicos, para abordar la disfunción subyacente del sistema inmunológico asociada con el eczema.

¿Qué causa el eczema?

Las causas del eczema son multifacéticas e implican una compleja interacción de factores genéticos, ambientales y del sistema inmunológico. La predisposición genética es un factor importante, ya que las personas con antecedentes familiares de enfermedades alérgicas son más susceptibles. Los niños que tienen dos padres con eczema tienen un 50% de probabilidades de desarrollar eczema. Ciertas variaciones genéticas afectan la función de barrera de la piel y las respuestas inmunitarias, lo que aumenta el riesgo de eczema. Una mutación en el gen de la filagrina se asocia con el eczema. Esta mutación compromete la producción de filagrina, una proteína esencial para mantener la barrera protectora de la piel. Los niveles reducidos de filagrina resultan en una barrera cutánea debilitada, lo que permite la pérdida de humedad y una mayor penetración de irritantes y alérgenos, lo que contribuye a la inflamación de la piel y los síntomas característicos del eczema.

Las beta-defensinas son péptidos antimicrobianos, parte del sistema inmunológico innato, con un papel crucial en la defensa de la piel contra las infecciones. En el eczema, la evidencia sugiere una desregulación en la expresión y función de las beta-defensinas. Esta desregulación puede contribuir a la patogenia del ezcema al alterar los mecanismos naturales de defensa de la piel. Los niveles alterados de beta-defensina pueden comprometer la capacidad de la piel para combatir patógenos, lo que puede conducir a una mayor susceptibilidad a infecciones, especialmente Staphylococcus aureus y Candida albicans, y contribuir a las respuestas inflamatorias observadas en el eczema.

Los factores ambientales y emocionales también están implicados en la patogenia del eczema. La exposición a alérgenos, irritantes o microbios puede desencadenar una respuesta inflamatoria en la piel, lo que contribuye al desarrollo del eczema. Los desencadenantes comunes incluyen alérgenos transportados por el aire, como el polen o la caspa de las mascotas, e irritantes de contacto, como jabones o productos químicos agresivos. Además, las condiciones climáticas, como las temperaturas extremas o la baja humedad, pueden exacerbar los síntomas.

En las personas con eczema, el sistema inmunológico reacciona de forma exagerada a los desencadenantes ambientales y libera sustancias inflamatorias que provocan inflamación y comezón en la piel. Esta inflamación crónica altera la barrera cutánea, haciéndola más susceptible a los irritantes y alérgenos, lo que crea un ciclo de exacerbación.

El eje intestino-piel

El eje intestino-piel es un sistema de comunicación bidireccional entre el tracto gastrointestinal y la piel, que pone de relieve la interacción entre la salud intestinal y las afecciones cutáneas, como el eczema. El microbioma intestinal, una comunidad diversa de microorganismos que residen en el tracto gastrointestinal, modula las respuestas inmunitarias locales y sistémicas, ayuda a la digestión y sintetiza nutrientes que fortalecen la integridad de la barrera cutánea.

El impacto de la salud intestinal en el eczema se relaciona con la progresión de la disbiosis intestinal a la disbiosis cutánea, que implica una cascada de eventos interconectados. Inicialmente, las alteraciones en el microbioma intestinal, influenciadas por factores como la dieta, el uso de antibióticos y el estrés, conducen a un desequilibrio en la composición microbiana, un estado conocido como disbiosis intestinal. Esta disbiosis desencadena un aumento de la permeabilidad intestinal, o "intestino permeable", lo que permite la translocación de bacterias y otros agentes inflamatorios al torrente sanguíneo. La respuesta inmunitaria sistémica activada en el intestino puede manifestarse en la piel, lo que contribuye a la disbiosis y la inflamación cutáneas. El deterioro de la barrera cutánea combinado con la microbiota cutánea alterada aumenta la probabilidad de que los alérgenos externos, los irritantes y los patógenos pasen a la piel, lo que perpetúa aún más la inflamación cutánea crónica.

Se han observado patrones disbióticos distintivos en pacientes con eczema, incluidos niveles más bajos de Bifidobacteria, Baceteriodetes y Bacteroides beneficiosos junto con niveles más altos de Clostrioides difficile, Escherichia coli y Staphylococcus aureus patógenos. Las comorbilidades gastrointestinales múltiples también son comunes en pacientes con EA, incluidas reacciones adversas a los alimentos, esofagitis eosinofílica, enfermedad de Crohn, enfermedad celíaca, síndrome del intestino irritable (SII) y enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE).

Factores dietéticos que afectan el eczema

Las alergias alimentarias afectan al 30% de los niños que sufren de eczema moderado a severo, y los estudios clínicos han documentado la prevalencia colectiva de la alergia alimentaria en la DA hasta en un 80%. Tres cuartas partes de los brotes de DA inducidos por alimentos se han atribuido a la exposición a productos lácteos, huevos, trigo, soya y cacahuates.

La investigación también sugiere que la DA puede causar sensibilización alimentaria. En estudios basados ​​en la población, la probabilidad de sensibilización alimentaria es seis veces mayor en pacientes con DA en comparación con controles sanos a los tres meses de edad. Hay evidencia que sugiere que la DA precede al desarrollo de la sensibilización alimentaria y que existe una correlación positiva entre la gravedad y la cronicidad de la DA y la alergia alimentaria. Estos hallazgos sugieren que, incluso si las alergias y sensibilidades alimentarias no son inicialmente responsables del desarrollo del eczema, pueden desarrollarse más tarde. Este puede ser uno de los mecanismos detrás de la mayor prevalencia de comorbilidades gastrointestinales en pacientes con DA.

Implementación de cambios dietéticos para el manejo del eczema

Una revisión sistemática y un metanálisis de 2022 encontraron que la eliminación de alimentos desencadenantes puede aliviar levemente algunos síntomas de la DA, como la  comezón y el insomnio. Con base en la red compleja e interconectada de sensibilización alimentaria, inflamación, salud intestinal y eczema, es razonable implementar una dieta de eliminación cuando se sospecha un eczema exacerbado por alimentos. El eczema exacerbado por alimentos debería comenzar a mejorar durante un período de eliminación de prueba de tres a cuatro semanas. Durante este período, se deben eliminar los alimentos que provocan el eczema con mayor frecuencia: gluten, lácteos, huevos, soya, cacahuate y solanáceas. Si la eliminación de alimentos no mejora los síntomas, se deben reintroducir alimentos en la dieta para prevenir las posibles consecuencias de una restricción dietética a largo plazo y se deben buscar desencadenantes alternativos del eccema.

En el caso de los pacientes con eczema exacerbado por alimentos, la duración de una dieta de eliminación varía, con un promedio de unas cuatro semanas. Después de este período, es fundamental una fase de reintroducción sistemática para identificar alimentos específicos que desencadenan reacciones adversas. Este enfoque de referencia implica reintroducir los alimentos eliminados de a uno por vez, dejando pasar varios días entre las reintroducciones para controlar los posibles síntomas y diagnosticar con precisión las sensibilidades alimentarias que contribuyen al eczema. Un diario de dieta y síntomas es un método útil para relacionar los síntomas con los desencadenantes alimentarios. Los alimentos reintroducidos que no exacerban el eczema se pueden reincorporar a la dieta, mientras que los alimentos que empeoran los síntomas del eccema se deben evitar.

También existen muchas modificaciones dietéticas que pueden ayudar a tratar el eczema y que no implican la eliminación de alimentos de la dieta. Como se mencionó anteriormente, los pacientes con DA informan mejoras en el eczema al incorporar verduras y pescado a sus dietas. Estos alimentos son ricos en fibra, polifenoles y ácidos grasos omega-3, que son antiinflamatorios, apoyan la función digestiva y nutren el microbioma intestinal.

Probióticos, prebióticos y eczema

Los prebióticos son fibras y compuestos no digeribles que alimentan a las bacterias beneficiosas en el intestino, promoviendo su crecimiento y actividad. Estas sustancias no se descomponen en el proceso digestivo y llegan intactas al colon, donde nutren selectivamente a las bacterias beneficiosas. Las fuentes comunes de prebióticos incluyen plátanos, cebollas, ajo, poro, espárragos, alcachofas y cereales integrales. Los prebióticos mejoran la producción bacteriana de ácidos grasos de cadena corta (AGCC), que tienen efectos antiinflamatorios.

Los probióticos son microorganismos vivos que aportan beneficios para la salud cuando se consumen en cantidades adecuadas. Estos microorganismos contribuyen a un microbioma intestinal equilibrado y modulan el sistema inmunológico para reducir la inflamación. Los probióticos se pueden obtener de diversas fuentes dietéticas, como yogur, kéfir, chucrut, kimchi y miso, o mediante suplementos probióticos. La gravedad del eczema se correlaciona inversamente con la diversidad de la microbiota intestinal y las bacterias productoras de butirato. El butirato es un tipo de AGCC.

Existe evidencia contradictoria sobre si los prebióticos y probióticos orales ayudan a tratar la DA. En una revisión sistemática de 2019 que incluía 44 estudios, casi la mitad de los estudios mostraron que el uso de probióticos afectó positivamente la gravedad de la DA. La mitad restante no mostró ningún efecto de los probióticos en la gravedad de la DA. Estos resultados contradictorios pueden deberse a diferencias en las dosis, cepas y cursos de probióticos utilizados en intervenciones clínicas, lo que destaca la importancia de los probióticos para la DA.

Importancia de adaptar la terapia probiótica y prebiótica a las necesidades individuales. Una revisión sistemática de 2023 indica que la terapia probiótica tópica es prometedora para aliviar los síntomas asociados con el eczema, lo que sugiere una vía alternativa para la intervención probiótica para quienes no responden a la administración oral.

Desafíos y consideraciones en el manejo dietético

La identificación de los desencadenantes alimentarios en pacientes con eczema plantea desafíos debido a la complejidad y variabilidad de las respuestas individuales. Los desencadenantes del eczema pueden ser esquivos y, a menudo, involucran una combinación de predisposiciones genéticas, factores ambientales e influencias dietéticas. Es posible que los síntomas no se manifiesten inmediatamente después de consumir alimentos desencadenantes, lo que dificulta establecer relaciones claras de causa y efecto. Además, los desencadenantes del eczema pueden diferir entre individuos, lo que complica el proceso de identificación. Las pruebas de medicina funcional pueden ayudar a identificar reacciones adversas a los alimentos y personalizar un punto de partida para una dieta de eliminación. Los análisis de sangre que miden las proteínas inmunes IgE, IgA e IgG pueden ayudar a diagnosticar alergias y sensibilidades alimentarias.

Los pacientes con dietas restringidas a largo plazo tienen un mayor riesgo de deficiencias nutricionales, especialmente los niños. Los niños con múltiples alergias alimentarias tienen una ingesta menor de calorías totales, micronutrientes y macronutrientes y se informa que son más pequeños en altura y peso que los niños sin ellas.  Este dilema subraya la importancia de una planificación dietética cuidadosa y un control regular por parte de profesionales de la salud, como dietistas registrados, que pueden proporcionar orientación personalizada para mitigar el riesgo de deficiencias nutricionales y, al mismo tiempo, controlar eficazmente el eczema en los niños a través de intervenciones dietéticas.