Migraña: Comprendiendo el dolor desde un enfoque funcional

La migraña es mucho más que un dolor de cabeza. Se trata de un trastorno neurológico complejo que afecta a millones de personas en el mundo, especialmente a mujeres en edad fértil. Desde la medicina funcional, abordamos la migraña no como una condición aislada, sino como una manifestación de desequilibrios sistémicos que pueden y deben tratarse desde la raíz.
¿Qué es la migraña?
La migraña es un tipo de cefalea primaria caracterizada por episodios recurrentes de dolor moderado a severo, muchas veces pulsátil, generalmente unilateral, que puede durar de 4 a 72 horas. Se suele acompañar de náuseas, vómitos, fotofobia (sensibilidad a la luz) y fonofobia (sensibilidad al sonido). Algunas personas experimentan un “aura” previa al dolor, con alteraciones visuales o sensoriales.
Tipos de migraña
- Migraña sin aura: es la más común.
- Migraña con aura: incluye síntomas neurológicos transitorios previos al dolor.
- Migraña crónica: ocurre más de 15 días al mes, durante más de tres meses.
- Migraña hemipléjica, oftalmopléjica o vestibular: formas menos comunes con síntomas neurológicos más complejos.
Perspectiva funcional: ¿Por qué aparece la migraña?
Desde la medicina funcional, entendemos que la migraña es el resultado de múltiples factores subyacentes que afectan la función cerebral, vascular, inmunológica y hormonal. No se trata simplemente de “algo genético” o “estrés”, sino de una red de desequilibrios que se pueden investigar y tratar:
1. Desequilibrios en neurotransmisores
- Disminución de serotonina: clave en la modulación del dolor y el estado de ánimo.
- Exceso de glutamato o deficiencia de GABA: promueven excitabilidad neuronal.
- La suplementación con precursores como 5-HTP, triptófano, magnesio y vitamina B6 puede ayudar.
2. Inflamación crónica de bajo grado
- Factores como una microbiota disbiótica, intestino permeable, toxinas alimentarias (como el gluten en personas sensibles), y alto consumo de omega-6 pueden contribuir a un estado inflamatorio que sensibiliza el sistema nervioso central.
3. Sensibilidades alimentarias
- Alimentos como gluten, caseína, huevo, chocolate, embutidos, edulcorantes, glutamato monosódico (MSG), tiramina (quesos curados), alcohol o cafeína pueden disparar migrañas.
- Una dieta de eliminación puede ayudar a identificar desencadenantes.
4. Desequilibrios hormonales
- Muchas mujeres reportan migrañas durante la fase premenstrual o en la ovulación.
- El estrogeno en exceso y la progesterona baja pueden influir en la sensibilidad al dolor.
- El soporte con adaptógenos, DIM, calcio-D-glucarato y vitamina B6 puede ayudar en mujeres con disbalance estrogénico.
5. Déficits nutricionales
- Magnesio: relajante neuromuscular y regulador de neurotransmisores. Se ha asociado su deficiencia con migrañas frecuentes.
- Riboflavina (B2): mejora la función mitocondrial y se ha demostrado útil para reducir la frecuencia.
- CoQ10 y L-carnitina: esenciales para el metabolismo energético cerebral.
6. Disfunción mitocondrial
- Las neuronas requieren una gran cantidad de energía para funcionar. Cuando hay déficit de energía celular, aumenta la susceptibilidad a estímulos que desencadenan migraña.
- Intervenciones como la cetosis nutricional, suplementos como CoQ10, ácido alfa lipoico y riboflavina son útiles en este enfoque.
7. Estrés crónico y disfunción del eje HPA
- El estrés continuo altera el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, provocando disregulación del cortisol, fatiga y baja resiliencia ante estímulos migrañosos.
- Técnicas de manejo del estrés como la meditación, respiración, yoga, journaling, y sueño reparador son esenciales.
8. Problemas de detoxificación hepática
- Un hígado saturado o genéticamente lento en la fase I y II de detoxificación puede acumular toxinas ambientales y hormonales, que sensibilizan al sistema nervioso.
- Apoyar con nutrientes como glutatión, NAC, crucíferas, cardo mariano puede ser de gran ayuda.
Diagnóstico desde un enfoque funcional
Además del historial clínico, el enfoque funcional recomienda evaluar:
- Perfil de neurotransmisores
- Estatus de vitaminas y minerales
- Microbiota intestinal
- Marcadores de inflamación sistémica
- Permeabilidad intestinal (zonulina, LPS)
- Perfil hormonal (estrógenos, progesterona, cortisol)
- Polimorfismos genéticos (MTHFR, COMT, MAO)
Estrategias integrales para el manejo funcional de la migraña
Nutrición terapéutica
- Dieta antiinflamatoria rica en vegetales, grasas saludables (omega-3), proteínas limpias y sin procesados.
- Evitar gluten, lácteos, alcohol, azúcar, alimentos altos en histamina y conservadores artificiales.
- Hidratación adecuada.
- Ayuno intermitente en algunos casos mejora el perfil mitocondrial.
Suplementos funcionales útiles
- Magnesio (bisglicinato o treonato): 400–600 mg/día
- Riboflavina (B2): 200–400 mg/día
- CoQ10: 100–300 mg/día
- Omega 3 EPA/DHA: 1000–2000 mg/día
- 5-HTP o L-triptófano
- GABA (en casos de sobreexcitación)
- Melatonina en caso de insomnio
Manejo del estilo de vida
- Regular el sueño (higiene del sueño estricta)
- Reducción del estrés mediante respiración, mindfulness, actividades relajantes
- Ejercicio regular de baja intensidad (yoga, caminata, natación)
- Evitar pantallas antes de dormir y luces intensas
Tratamientos complementarios
- Acupuntura: mejora la circulación cerebral y modula neurotransmisores.
- Terapias quiroprácticas o osteopatía craneal: útiles si hay disfunción musculoesquelética.
- Terapia neural o biofeedback.
- Terapias psicológicas: si hay antecedentes de trauma o ansiedad.
Migraña en niños y adolescentes
Cada vez más jóvenes presentan migrañas. En ellos, el enfoque funcional también aplica: revisar alimentación, microbiota, pantallas, sueño, estrés escolar y suplementación. El tratamiento debe ser más suave y enfocado en hábitos y entorno.
Migraña y salud mental
La migraña está altamente correlacionada con ansiedad, depresión y trastornos del estado de ánimo. Esto no implica que “sea psicológico”, sino que hay vías compartidas de neurotransmisión e inflamación. Al abordar una, se impacta positivamente la otra.
Conclusión
Desde la medicina funcional, la migraña es una señal de alerta del cuerpo, no un castigo ni un simple evento fortuito. Comprender sus raíces, abordarlas desde el estilo de vida, la nutrición, la suplementación y el equilibrio emocional permite recuperar el bienestar de forma sostenible.
El objetivo no es solo aliviar el dolor, sino transformar el terreno biológico que lo permite. En vez de vivir a merced del siguiente ataque, puedes construir un entorno interno más resiliente, saludable y libre de migrañas.