Ictus: Entendiendo y previniendo los accidentes cerebrovasculares

Ictus: Entendiendo y previniendo los accidentes cerebrovasculares

El ictus, también conocido como accidente cerebrovascular (ACV), ocurre cuando se interrumpe el flujo de sangre hacia el cerebro, provocando daño en las células cerebrales. Es una de las principales causas de discapacidad y mortalidad a nivel mundial, pero la prevención, detección temprana y un enfoque integral pueden marcar la diferencia.

¿Qué es un ictus?

Existen dos tipos principales de ictus:

  1. Ictus isquémico: causado por un coágulo que bloquea el flujo sanguíneo en una arteria cerebral (aproximadamente el 80% de los casos).
  2. Ictus hemorrágico: provocado por la ruptura de un vaso sanguíneo en el cerebro, generando sangrado.

Ambos tipos requieren atención médica inmediata. El tiempo es crucial para minimizar el daño cerebral.

Factores de riesgo

  • Hipertensión arterial: principal factor de riesgo.
  • Diabetes y resistencia a la insulina.
  • Colesterol alto y enfermedades cardiovasculares.
  • Tabaquismo y consumo excesivo de alcohol.
  • Sedentarismo y obesidad.
  • Estrés crónico y falta de sueño.
  • Antecedentes familiares de ictus o enfermedad cardiovascular.

Síntomas de alerta

El ictus puede presentarse de manera súbita. Los signos más comunes se recuerdan con el acrónimo “FAST”:

  • F (Face / Cara): caída de un lado de la cara.
  • A (Arms / Brazos): dificultad para levantar un brazo.
  • S (Speech / Habla): habla incoherente o dificultad para hablar.
  • T (Time / Tiempo): llamar a emergencias de inmediato.

Otros síntomas incluyen dolor de cabeza intenso, mareos, pérdida de equilibrio o visión borrosa.

Enfoque funcional: prevención y recuperación

La medicina funcional aborda el ictus desde la prevención y la recuperación, integrando alimentación, estilo de vida, ejercicio y bienestar emocional.

Alimentación para la salud cerebral

  • Dieta antiinflamatoria: frutas, verduras, frutos secos, legumbres y pescado rico en omega-3.
  • Evitar ultraprocesados, azúcares y grasas trans que dañan vasos sanguíneos.
  • Control de sal y sodio para mantener presión arterial estable.
  • Hidratación adecuada para favorecer la circulación.

Actividad física y movimiento

  • Ejercicio cardiovascular moderado: caminar, nadar o bicicleta.
  • Entrenamiento de fuerza para mejorar movilidad y fuerza muscular.
  • Ejercicios de equilibrio y coordinación para prevenir caídas y facilitar la recuperación.

Manejo del estrés y sueño reparador

  • Estrés crónico y falta de sueño aumentan riesgo de ictus.
  • Técnicas recomendadas: meditación, respiración profunda, yoga o mindfulness.
  • Dormir 7-9 horas ayuda a regular presión arterial y funciones cerebrales.

Rehabilitación post-ictus

  • Fisioterapia y terapia ocupacional para recuperar movilidad y autonomía.
  • Terapia del lenguaje si hay dificultad para hablar.
  • Apoyo psicológico para afrontar cambios emocionales y cognitivos.
  • Adaptación del hogar y uso de ayudas de movilidad según necesidades.

Suplementos y apoyo funcional

Bajo supervisión profesional, algunos suplementos pueden apoyar la salud cerebral:

  • Omega-3 para reducir inflamación y mejorar circulación.
  • Magnesio y potasio para regular presión arterial y función nerviosa.
  • Vitaminas del grupo B para favorecer neurotransmisores y memoria.

El ictus es una emergencia médica, pero la prevención y la recuperación dependen en gran medida del estilo de vida.

Un enfoque funcional integral —alimentación saludable, ejercicio adaptado, manejo del estrés, sueño reparador y apoyo emocional— puede:

  • Reducir el riesgo de un ictus.
  • Mejorar la recuperación y la funcionalidad cerebral.
  • Incrementar la calidad de vida y bienestar general.