Tratamiento funcional para la esclerosis múltiple

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad autoinmune crónica que afecta el sistema nervioso central (cerebro y médula espinal). En esta condición, el sistema inmunológico ataca por error la mielina, una sustancia que recubre y protege las fibras nerviosas, lo que provoca inflamación y daños en la comunicación entre el cerebro y el cuerpo. Con el tiempo, este daño puede generar discapacidad progresiva.
A pesar de que la esclerosis múltiple no tiene cura, existen enfoques funcionales que pueden ayudar a controlar los síntomas, reducir la inflamación y mejorar la calidad de vida de quienes la padecen.
Síntomas de la esclerosis múltiple
Los síntomas varían en cada persona y dependen de la zona del sistema nervioso que se vea afectada. Algunos de los más comunes incluyen:
- Fatiga extrema: Uno de los síntomas más debilitantes, que afecta la energía y la funcionalidad diaria.
- Problemas de movilidad: Debilidad muscular, espasmos, rigidez y falta de coordinación.
- Síntomas sensoriales: Hormigueo, entumecimiento o sensaciones de ardor en distintas partes del cuerpo.
- Dificultades cognitivas: Problemas de concentración, memoria y procesamiento mental.
- Problemas de visión: Visión borrosa, doble o incluso pérdida temporal de la vista.
- Trastornos emocionales: Depresión, ansiedad y cambios de humor.
- Disfunción vesical e intestinal: Dificultad para controlar la vejiga o el intestino.
Los síntomas pueden aparecer en forma de brotes (episodios de recaída) o progresar gradualmente.
El tratamiento funcional busca abordar la raíz del problema, reducir la inflamación y mejorar la calidad de vida del paciente a través de estrategias naturales y personalizadas.
Nutrición antiinflamatoria
Una alimentación equilibrada puede desempeñar un papel clave en la reducción de la inflamación y el manejo de los síntomas. Se recomienda:
- Dieta antiinflamatoria: Rica en vegetales, frutas bajas en azúcar, grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, nueces), pescados ricos en omega-3 y proteínas de calidad.
- Eliminar alimentos inflamatorios: Evitar el gluten, los lácteos, el azúcar refinado, los aceites vegetales procesados y los alimentos ultraprocesados.
- Dieta cetogénica o paleo: Estudios sugieren que la dieta cetogénica puede mejorar la función mitocondrial y reducir la fatiga en pacientes con EM.
- Vitamina D: Niveles bajos de vitamina D están relacionados con un mayor riesgo de esclerosis múltiple. Se recomienda exposición al sol y suplementación en caso necesario.
- Magnesio y zinc: Estos minerales ayudan a reducir la inflamación y mejorar la función neuromuscular.
Ejercicio adaptado
El ejercicio mejora la movilidad, reduce la fatiga y fortalece el sistema nervioso. Se recomienda:
- Yoga y pilates: Mejoran el equilibrio y la flexibilidad.
- Caminatas cortas: Mantienen la movilidad sin causar fatiga extrema.
- Natación y ejercicios acuáticos: Reducen el impacto en las articulaciones y mejoran la resistencia muscular.
Manejo del estrés y salud mental
El estrés es un factor desencadenante de brotes en la EM. Técnicas recomendadas:
- Meditación y mindfulness: Ayudan a reducir la ansiedad y mejorar el bienestar.
- Terapias de relajación: Masajes, acupuntura y aromaterapia pueden aliviar la tensión muscular.
- Terapia psicológica: Importante para afrontar la enfermedad y mejorar la calidad de vida.
Suplementación y medicina funcional
- Omega-3: Ayuda a reducir la inflamación y protege la mielina.
- Vitamina D y K2: Mejoran la respuesta inmune y la salud ósea.
- Curcumina: Un potente antiinflamatorio natural.
- Probióticos: Mejoran la microbiota intestinal, que está relacionada con la inflamación sistémica.
Optimización del sueño
El descanso es clave para la regeneración celular y la reducción de la fatiga. Se recomienda:
- Evitar pantallas antes de dormir.
- Tener una rutina de sueño constante.
- Usar magnesio o infusiones relajantes antes de acostarse.