TDAH: Más allá del diagnóstico, una mirada funcional al cerebro que late distinto

TDAH: Más allá del diagnóstico, una mirada funcional al cerebro que late distinto

Cuando escuchamos "TDAH", solemos imaginar a un niño inquieto, distraído, al que le cuesta seguir instrucciones o permanecer sentado. Pero este diagnóstico va mucho más allá de una etiqueta conductual. El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad es una manifestación profunda de un sistema nervioso que procesa el mundo de manera distinta.

Y desde el enfoque funcional, no nos detenemos solo en el “qué”, sino que exploramos el por qué: ¿Qué desequilibrios subyacentes pueden estar contribuyendo a esa hiperactividad, impulsividad o dificultad para concentrarse?

¿Qué es realmente el TDAH?

El TDAH no es simplemente "falta de atención" o "mal comportamiento". Es un trastorno neurobiológico que afecta el funcionamiento ejecutivo del cerebro, es decir, su capacidad para:

  • Regular la atención
  • Controlar impulsos
  • Planificar y organizar
  • Manejar el tiempo y las emociones

Existen tres tipos principales:

  1. Predominantemente inatento
  2. Predominantemente hiperactivo-impulsivo
  3. Combinado

Puede afectar tanto a niños como adultos, aunque suele diagnosticarse más en la infancia.

¿Qué ve la medicina funcional?

Desde este enfoque, entendemos que el TDAH puede tener múltiples raíces biológicas y ambientales. No se trata de un “problema de comportamiento”, sino de un desequilibrio en varios sistemas del cuerpo.

Algunas causas o disparadores comunes que exploramos:

  • Desequilibrios nutricionales (deficiencias de zinc, magnesio, omega-3, hierro, etc.)
  • Dieta inflamatoria o rica en aditivos
  • Disbiosis intestinal (microbiota alterada)
  • Problemas en el metabolismo de dopamina o norepinefrina
  • Contaminantes ambientales (metales pesados, pesticidas, plásticos)
  • Mala calidad del sueño
  • Sensibilidades alimentarias (gluten, caseína, colorantes, azúcares)

El poder de la nutrición: lo que entra por la boca, llega al cerebro

La nutrición funcional es una de las herramientas más poderosas para apoyar al cerebro en TDAH. Una dieta rica en nutrientes reales puede mejorar la concentración, estabilizar el estado de ánimo y reducir la impulsividad.

Claves nutricionales funcionales:

  • Evitar: azúcares refinados, harinas blancas, colorantes, glutamato monosódico, conservadores, productos ultraprocesados.

Incluir:

  • Grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, pescado salvaje)
  • Proteínas limpias (pavo, pollo orgánico, huevos de libre pastoreo)
  • Verduras de todos los colores
  • Semillas y nueces (si no hay alergias)
  • Alimentos fermentados (kéfir, chucrut, yogur de coco con probióticos)

Un cerebro nutrido, es un cerebro que se puede regular mejor.

Intestino y cerebro: una conexión poderosa

El eje intestino-cerebro es clave en el manejo del TDAH. Más del 90% de la serotonina (neurotransmisor del bienestar) se produce en el intestino, y su estado puede afectar directamente la función cerebral.

Problemas como intestino permeable, disbiosis o sensibilidad al gluten pueden aumentar la inflamación cerebral, alterar la neurotransmisión y empeorar los síntomas.

Se pueden realizar estudios funcionales para evaluar la microbiota, sensibilidad alimentaria o marcadores de inflamación intestinal.

Movimiento, respiración y atención plena

El TDAH no se “cura” forzando la quietud. El movimiento, canalizado correctamente, puede ser terapéutico.

Herramientas funcionales para la regulación neuroemocional:

  • Ejercicio físico diario (ideal al aire libre)
  • Respiración diafragmática o coherencia cardíaca
  • Meditación guiada (con aplicaciones o audios para niños y adultos)
  • Yoga o técnicas somáticas
  • Terapias de integración sensorial o neurofeedback

Estas estrategias reducen el cortisol, mejoran la autorregulación y favorecen la neuroplasticidad.

Dormir para conectar

El sueño es esencial para consolidar la memoria, regenerar el sistema nervioso y reducir la hiperactividad. Muchos niños con TDAH tienen alteraciones del sueño que suelen pasar desapercibidas.

Recomendaciones funcionales:

  • Rutina nocturna constante
  • Reducción de pantallas al menos 2 horas antes de dormir
  • Apagar luces blancas y usar luz tenue
  • Suplementos como melatonina, magnesio o L-teanina pueden ser considerados bajo supervisión profesional

¿Y los suplementos?

Algunos suplementos pueden ser útiles como parte de un protocolo personalizado:

  • Omega-3 DHA/EPA: mejora atención, reduce impulsividad
  • Magnesio: calma el sistema nervioso
  • Zinc y hierro: fundamentales para la dopamina
  • Probióticos específicos: para mejorar la salud intestinal
  • Vitaminas B (especialmente B6, B9 y B12): apoyan la producción de neurotransmisores

Siempre deben ser recomendados tras evaluación profesional individualizada.

Un mensaje para los padres (y para ti, si eres adulto con TDAH)

Tu hijo no es un “niño problema”. Es un niño con un sistema nervioso sensible, que necesita herramientas, no castigos.
Tú no eres “desorganizado” por defecto. Quizá simplemente nunca te ofrecieron un camino para entender cómo funciona tu mente.

El enfoque funcional no busca culpas. Busca causas.
No trata síntomas. Trata sistemas.
Y no solo apaga fuegos. Busca transformar el terreno donde esos fuegos comenzaron.